Global Journal of Human-Social Science, A: Arts and Humanities, Volume 22 Issue 5

antes circunscritas a los hombres. Cuando Lúcio Packter define lugar no se refiere a un espacio físico, sino al modo sensorial de ser de la persona en dirección al asunto (en el caso que tratamos al posicionamiento y visibilidad femenina), o como indica Carvalho “el sentido y las vivencias propioceptivas” (33). Estos son esos cambios observados en esta categoría. En cuanto al panorama lagunero y aledaño en los 30 se alude a poetisas que van ocupando los ámbitos culturales regionales y nacionales: Hada Hipalia; Refugio Guerrero y Concha de Villarreal, quien “En su poesía denuncia las injusticias sociales y se hace portavoz del sentir de los grupos marginados. Con un estilo directo exalta el amor al pueblo, el paisaje y la historia de México” (Quintero Ayala). Cabe considerar la mención a María Luisa Vera en un artículo sobre educación socialista ya que ella, junto con otras escritoras de gran trascendencia como Elena Garro, emprendió aquella misión intelectual en España, en 1937 9 , que marcó no sólo los destinos de quienes se adhirieron a ella, sino el rumbo que tomaría la cultura mexicana en años subsecuentes 10 . Con relación a artistas mexicanas en estos años aparece la pianista Sara Ortiz de Montellano ( ST 23 Dic. 1937, 4). La nota enfatiza que se divorció y emigró a los Estados Unidos donde su talento fue reconocido. Esto deja ver los desajustes entre las circunstancias en que se desenvuelven las mujeres en México frente a las de una cultura cuyos parámetros axiológicos son más flexibles ante la institución del matrimonio; abiertas a otras expresiones religiosas, quizá cristianas no católicas; sin tantos prejuicios, lo que ensanchó la brecha al feminismo. Para los lectores mexicanos –según vemos en el diario– las referencias al extranjero tienen peso significativo; así, un par de intelectuales mexicanas más son reconocidas en EstadosUnidos: Hortensia Elizondo e Isabel Farfán (directivas de la Escuela de Orientación Femenina) ambas con formación versátil y lograda con creces que se vertió en un activismo a favor de la“mujer moderna”. Su rol fue decisivo en la construcción de una representación fuera de los cánones de la época ( ST 20 Nov. 1937, 13). Hacia los 40 incrementa la nómina de poetisas, mas cabe señalar que sus participaciones abren un abanico de intervenciones disímbolas, por lo que se estima que cada una de ellas señala derroteros de representación personal que ofrece a las lectoras posibles panoramas. Entre ellas: María Lydia Urbina dando recitales para niños; teatro a cargo de Luz María Durand (capitalina); el trabajo de María Suárez Alcocer – incluida entre los Once poetas… – quien desde el Distrito Federal pretende reivindicar los valores artísticos de los Estados en la Capital a través de la Pinacoteca, con el proyecto “Saltillo por dentro” procurando acortar la marginalidad de la provincia respecto al centro 11 . Su trabajo –dice El Siglo– “constituye una viril excitativa … para mostrar la significación pictórica de la fecunda senda que trazó el maestro Herrera” ( ST 25 May. 1941, 12); esto habla del posicionamiento de la provincia en el imaginario cultural del país y, porende, un cambio en el mundo representacional que los artistas del norte pueden asumir ante la escucha de sus voces. Al paso del tiempo, la nómina de poetisas mexicanas (algunas laguneras) incrementa y aparecen nombres conocidos por nosotros en la actualidad, lo que marca la trascendencia de aquellas publicaciones en El Siglo tanto para las lectoras de la Laguna como las de aquellos sitios a donde se extendía su difusión: Concha Urquiza; Emma Godoy; Margarita Paz Paredes; Margarita Michelena; Rosario Castellanos; Dolores Castro; Magdalena Mondragón; Carmen de Mora; Guadalupe Amor. En retrospectiva, se percibe un aumento de espacios de representación que, desde las obras y el hecho noticioso, desde las opiniones vertidas al respecto, abren a mundos nuevos, a posibles realidades personales. La noción de la representación del mundo planteada por la Filosofía clínica se aproxima a los estudiado por la Psicología comprensiva de Jaspers quien propone que “el mundo singular contiene elementos del mundo objetivo de la cultura como también reconoce la Filosofía clínica al insertar la singularidad existencial en el ambiente cultural” (Carvalho 67-8). Lo señalado hasta aquí queda circunscrito a un radio escritural literario, pero cabe considerar prudentemente el entorno con el que compite este panorama, pues hacia fines de los años 30, se abre una página dominical para mujeres en la que priman artículos de distinta índole, particularmente de moda, belleza, decoración entre los que rubrican Elsie Pierce y Elizabeth MacRae Boykin cuyas intervenciones ora mantienen el status quo ora marcan pautas de modernidad; esto además de la habitual sección de sociales con eventos que registran los momentos trascendentes de la vida de acuerdo con los valores de época: bautizos, matrimonios, exequias, por citar algunos. La literatura, por su parte, invita a la profundidad del pensamiento, hacia insospechadas zonas en las que la belleza y la búsqueda de conciliar los sueños expresados por la voz lírica sean un remanso, una interrogante o un alarido para construirse a sí mismo. Numerosas mujeres extranjeras que el periódico nombra “poetisas” son referentes de esta oscilación de la base categorial. Por ejemplo, la categoría relación, descrita por Packter como la manera singular con que “al vivir la persona crea un modo íntimo de relacionarse con las cosas lo que incluye la relación consigo misma” ( Caderno A 39) se ve vulnerada en estas décadas del 20 al 50, no sólo en la cultura occidental sino en la oriental, también. La Volume XXII Issue V Version I 26 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2022 © 2022 Global Journals A El Periódico Lagunero Como Espacio de Representación de la Mujer: 1920-1950

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