Global Journal of Human Social Science, C: Sociology and Culture, Volume 21 Issue 5

de fuente secundaria sobre el fenómeno en otras áreas. Partimos de la idea de que existen tres tipos de tráfico de tierras: sistemático, intermedio y circunstancial. Cada uno de ellos será desarrollado con detenimiento más adelante, pero podemos decir que dependiendo de su nivel de especialización y despliegue, se vincula a prácticas de criminalidad, clientelismo y corrupción. ¿Y cuál es el estado de la cuestión sobre el fenómeno? Si bien el tráfico de tierras no es un fenómeno reciente, las aproximaciones y estudios sobre este fenómeno ha ido en aumento en los últimos años, pero una primera mención, aunque no desarrollado, se encuentra en Collier (1978), quien señala que debido al gran número de barriadas formadas durante el periodo de Odría, mucha gente tomó conciencia de las oportunidades que estas ofrecían, y “para aprovechar estas oportunidades, se creó una nueva ocupación, la de “traficante”, esto es, la persona que se ganaba la vida trabajando como promotor de invasiones y consejero de barriadas en problemas legales y de otra índole” (Collier 1978: 86). Según el autor, aunque estos promotores hacían uso de sus influencias en el gobierno y en los partidos, generalmente estaban muy dispuestos a variar sus lealtades políticas, cuando la situación lo requería: “Dos de los más importantes “traficantes” del periodo de Prado habían adquirido sus primeras experiencias sobre formación de barriadas en las invasiones auspiciadas por Odría y Beltrán, durante el gobierno de Odría” (p. 87). En otros trabajos (Pimentel 2014, 2017, 2020), hemos señalado la dinámica del tráfico de terrenos y que es un fenómeno de vital importancia para comprender los cambios en la producción de la ciudad y la configuración de nuestra sociedad actual, es decir, tomar en cuenta el fenómeno a partir de los intereses y prácticas de los actores, las relaciones que se establecen entre ellos y los mecanismos y procedimientos que sirven de soporte, ya que estos cambios también pueden estar asociados a un proceso de individuación donde la lógica pragmática es preponderante y una constante en búsqueda de beneficios y favores. De manera similar que en las prácticas clientelares, los agentes que participan en este fenómeno cuentan con intermediarios que reproducen las acciones de violencia contra quienes tienden a apropiarse los espacios que se encuentran dentro de sus expectativas, o a tratar de negociar cuando ya se haya concretado la toma de tierras. Calderón (2016) señala que lo que está en cuestión en la actual discusión respecto a los asentamientos urbanos no es el cambio de un modo de acceso al suelo, sino una la imagen positiva, epistemológicamente construida, de la conquista de la ciudadanía social, la armonía, la solidaridad y la acción colectiva que ya no existiría más o que, en todo caso, se habría reducido a su expresión mínima. Esto por el proceso de individuación y mercantilización de la vivienda en curso desde 1990, momento que en que se instaura el neoliberalismo en el Perú. Por su parte, Arriola (2019) estudió la respuesta del Municipio de Ate a las invasiones producto del tráfico. Precia que el comportamiento del Municipio depende del tipo de traficante y los intereses del actor ilegal: cuando se trate de un traficante político, el Municipio intervendrá convenientemente, brindando facilidades a cambio de apoyo político; mientras que en el caso que el traficante sea económico, el Municipio seguirá manteniéndose en estado de stand off frente a dicha invasión; pues su intervención no le generará ganancia política alguna. Si bien lo común de ambos tipos de traficantes es el interés económico, pero se diferencian en el modo que intentan controlar a los invasores: los traficantes políticos son pacíficos, buscan la legitimidad de los residentes de la asociación y el mantenerse estables en la dirigencia, por lo que producir vínculos con la Municipalidad aparece como una de sus principales prioridades para luego recibir beneficios de la Municipalidad (visación, obras, etc.), el cual no será gratuito: los dirigentes deben concretizar apoyo político al alcalde de turno. En tanto, los traficantes económicos son violentos, se concentran en los beneficios económicos de la actividad ilegal y no tienen intención de establecerse en una sola asociación como dirigentes (van invadiendo y traficando en distintas partes cada cierto tiempo), de ahí que no tengan motivos para generar legitimidad dentro de las invasiones creadas. Manuel Antonio Vásquez (2020), desde una perspectiva histórica, investiga la usurpación de tierras del Estado en Puente Piedra. En especial, analiza cómo en1894, al comprar el Fundo Copacabana, Rigoberto Molina cometió el delito de apropiación ilícita por incluir en su escritura pública notarial un área de propiedad del Estado, e involucró en este delito al vendedor, al notario público, a los testigos, a los registradores públicos, a Beatriz Sattler, viuda de Norman, a jueces de Primera Instancia, otros notarios públicos y, finalmente, a Tomás Marsano. Este hecho habría perjudicado a la población y posterior desarrollo de Puente Piedra en términos sociales, culturales, económicos y urbanísticos. Centeno, Gerónimo y Huarha (2020) estudian la confluencia entre corrupción y tráfico de tierras en Villa María del Triunfo. Entienden que ambas prácticas se admiten en la vida cotidiana, las cuales pueden ser asumidas para lograr objetivos individuales o colectivos. Así, concluyen que el tráfico de tierras sirvió a los pobladores para solucionar su problema de hábitat, asunto que responde a la necesidad de ciudadanos de bajos recursos que recurren a este mecanismo de toma de tierra como medio para satisfacer su necesidad de vivienda. Encuentran que la Volume XXI Issue V Version I 76 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2021 C © 2021 Global Journals Tráfico de Tierras en Áreas Periurbanas de Lima, Perú: Tipos e Implicancias Político- Institucionales y Socioculturales

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