Global Journal of Human Social Science, C: Sociology and Culture, Volume 21 Issue 5

b) El Cambio del Dirigente Gestor al Dirigente Traficante En las bases sociales también hubo transformaciones importantes. Desde las últimas décadas del siglo pasado, se ha pasado de manera predominante de un dirigente gestor en el siglo XX a un dirigente traficante en el siglo XXI. Utilizamos los conceptos de “dirigente traficante” y “dirigente gestor” para describir los cambios existentes sobre todo en la forma y función que han venido a tomar los que asumen la representación de las organizaciones en los asentamientos urbanos, agentes que tuvieron un rol determinado en el siglo pasado, hoy han adquirido una naturaleza distinta. El dirigente gestor obedece a compromisos institucionales con la organización social urbana, vinculado en especial con la gestión de la demanda del lote y asociado en buena medida a organizaciones ideológicas y políticas, cuyo poder y acción no busca sino la regularización del asentamiento urbano, con una capacidad movilizadora y de convocatoria debido a su evidente rol político profesional expresado en su función de intermediación y canalización de las necesidades de la población frente al Estado y la articulación de la organización social barrial mediante trabajos colectivos para la implementación de infraestructura y la construcción de vías. Su lógica está marcada por la búsqueda de una articulación social y el logro efectivo del reconocimiento de la organización, el asentamiento urbano y la gestión para el acceso de la población a servicios elementales. Puede vivir de los trámites que implica la gestión de la formalización de las barriadas, tejer redes clientelares y acumular terrenos, pero sus propósitos no contienen la instrumentación de su función dirigencial para la mercantilización del suelo urbano en base a intereses individuales o subalternos. En términos históricos, este tipo de dirigente corresponde a la mayor parte de las organizaciones barriales del siglo XX, un contexto en que predominó la ocupación en función de la necesidad de residencia. Podía ser el promotor de ocupaciones informales, donde lo que hacía era dar el paso inicial, en que luego llegaban las familias, pero no acumulaba capital con eso. En contraste, el dirigente traficante es un agente del mercado ilegal de tierras, un agente de la oferta y tiende a actuar con racionalidad económica; moviliza fuerzas y acciones con la finalidad de institucionalizar la lógica del mercado y la mercantilización del espacio desde su presencia en la dirigencia y estructura organizacional de los propios asentamientos urbanos, consolidando una forma dominante del acceso al suelo en las periferias urbanas mediante el uso de la necesidad de residencia o de vivienda de los “usuarios finales” (Morales s/f), y donde terrenos comunales, privados y del Estado pueden ser vistos como móviles de acumulación y de la “redistribución económica en favor del capital (conocida como economía de la oferta)” (Brenner, Peck y Theodore 2015: 214), pero que genera como producto una desigualdad socioespacial y polarización social en donde la coerción y la violencia delictiva adquieren sentido que deviene en la desestabilización de la organización social urbana, así como de su capacidad de resistencia frente a los mecanismos de coerción de otros agentes y condiciona la construcción de redes clientelares que aparecen como hábitos y compromisos tomados por las mismas bases sociales toman ante la urgencia de buscar la regularización de sus predios. Puede subyugar a la población a las fuerzas del mundo delictivo y del mercado ilegal de tierras. Las acciones del dirigente no son ajenas a los procesos de urbanización y de gestión, conviven junto a estos contextos y procesos de regularización, pero imponiendo límites para el no avance de los mismos. Es decir, el dirigente traficante puede operar como barrera para la formalización y regularización del asentamiento urbano ocupado y como un desestabilizador de la organización social urbana expresados en fragmentaciones constantes y persistentes, como una oportunidad para continuar no solo con la mercantilización del suelo sino con la construcción de una incertidumbre de los actores sociales usuarios y la instrumentación de la colectividad en función de lo individual. El dirigente traficante, en resumen, puede desplegar un abanico de mecanismos como cumplir el rol de mediació n 7 En el Perú, en paralelo a dirigentes de asentamientos urbanos de origen informal, los dirigentes de las cooperativas agrarias, también, se convirtieron en agentes del mercado de suelo, lo que facilitó el proceso de parcelación de las tierras agrícolas y la formación de nuevos agentes urbanos especializados en el financiamiento y la promoción inmobiliaria. Y naturalmente, además de la pérdida de confianza en la estructura dirigencial, desencadenó en entre usuarios finales y otros agentes traficantes de mayor rango para tener múltiples posibilidades de ganancia, reclutar a la población para promover ocupaciones informales, insertarse como representante de la organización urbana, arreglos y alianzas con traficantes y empresas inmobiliarias, búsqueda de arreglos con posesionarios originales del lote, constituir un bloque coercitivo y operar como barrera para que el asentamiento se mantenga en condiciones informales para continuar con la mercantilización del suelo y la instrumentación de la colectividad en función de lo individual que en conjunto reproducen una incertidumbre en usuarios que ocupan el lote. 8 En el Perú muchos dirigentes barriales han devenido en convertirse en “testaferros” de alcaldes/traficantes y otros agentes del mercado ilegal de tierras. Volume XXI Issue V Version I 84 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2021 C © 2021 Global Journals Tráfico de Tierras en Áreas Periurbanas de Lima, Perú: Tipos e Implicancias Político- Institucionales y Socioculturales

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