Global Journal of Human Social Science, D: History, Archaeology and Anthroplogy, Volume 23 Issue 6
requiriesen sus servicios. Por tanto, los milicianos eran considerados habitantes comunes, a menudo con esposa e hijos . 9 La incorporación de los afrodescendientes a las unidades milicianas del virreinato obedeció -sobre todo en el siglo XVIII- a los cambios señalados dentro de los esquemas defensivos de la Monarquía Católica. Estas modificaciones se dieron a raíz de coyunturas bélicas, entre las que destaca la guerra de los siete años (1757- 1763). Además, las crecientes necesidades militares se adaptaron al contexto americano posterior a 1762 y a la subida al trono de Carlos III. Fue justo en estas unidades donde desempeñarían su servicio las poblaciones de origen africano. 10 b) Milicias en la Nueva España Así, la participación militar de los afrodescendientes novohispanos dentro del ejército de América fue un mecanismo para “americanizar” la defensa de los territorios y liberar en parte, de las obligaciones militares a la Monarquía Hispánica. El caso del noreste novohispano planteó desde luego particularidades regionales, por lo que el esfuerzo de guerra del estado borbónico debió tomar en consideración esas cuestiones. Pero ¿cómo estaban conformadas las milicias? Debido a que ésta última es la que más nos interesa para el presente texto, es que a continuación se detallarán algunas de sus características: primero en la Nueva España y posteriormente en la frontera norestense. La formación de las milicias se generó por el contexto político y económico que imperaba en la época. Durante el siglo XVIII el mundo occidental asistió a una reformulación de la autoridad y de las formas de organización social. El sistema político denominado absolutismo sentó las bases de los estados modernos al unificarse y centralizar el funcionamiento administrativo de los países a costa de los poderes comunitarios y de los privilegios corporativos. El estado absolutista empezó, por tanto, a hacerse cargo del orden social por medio de sus propios funcionarios. 11 Ejército y milicias en sus inicios no eran vistos como las corporaciones por excelencia poseedoras del La esfera militar de la vida política y social no fue la excepción. Los esfuerzos por parte de las instituciones políticas por penetrar en la mente de las personas y en la vida social incluyeron también en las fuerzas armadas. 9 Philip Powell, Capitán mestizo. Miguel Caldera y la frontera norteña. La pacificación de los chichimecas (1548-1597) (México: Fondo de Cultura Económica, 1980), 342. 10 María del Carmen Velázquez, El estado de guerra en Nueva España 1760-1808 (México, El Colegio de México, 1997), 19. 11 Josefina Zoraida Vázquez, “Reflexiones sobre el ejército y la fundación del estado mexicano ”, en Fuerzas militares en Iberoamérica Siglos XVIII y XIX Ortiz, coord. Juan Escamilla (México: El Colegio de México, Universidad Veracruzana, El Colegio de Michoacán, 2005), 223. uso exclusivo de la fuerza. La creación de una identidad propia al seno del mundo social requirió también de una racionalización política. La terminología relativa al ejército y milicias no emergió en ninguna lengua latina como tal hasta el siglo XVI. Por lo contrario, vemos términos como caballada, fonsado, apellido, mesnada, hueste y otras acepciones de lo que posteriormente se conocería como ejército. 12 La guerra renacentista europea permitió modernizar el imaginario bélico de la época y acabar con el carácter medieval y caballeresco del soldado, aunque quedaron ciertas características que remitían a esta época. El siglo de las luces cambió para siempre la imagen social y política del hombre armado, pues fue a partir de ese periodo que los estados europeos comenzaron a tomar para si la responsabilidad total de la defensa de los territorios. El caso de la Monarquía Hispánica no fue la excepción. Debido a la creciente hegemonía británica en el Caribe se generó como resultado un cambio total en los esquemas defensivos americanos . En consecuencia, en periodos previos al siglo XVIII, las actividades y funcionamiento de las fuerzas armadas se concebían como una dimensión dependiente e inseparable de la sociedad. Por tanto, no se les confería a sus integrantes necesariamente un estatus ni diferencia significativa en términos políticos o económicos. 13 Hay por tanto diferencias tanto de escala como de organización entre los contingentes milicianos y las tropas también llamadas veteranas. Las milicias eran entonces un conjunto de unidades regladas (normadas por un conjunto amplio de leyes y reglamentos) y de carácter territorial que englobaban al total de la población masculina de cada jurisdicción comprendida de manera general entre los 15 y 45 años. Lo mismo sucedió en la frontera norestense donde se expresaba un rango de edad muy similar al ya mencionado, en donde las personas que se enlistaban tenían que tener una edad que oscilara entre los 16 y 40 años . En términos generales tenemos un conjunto de diferencias fundamentales entre las distintas variaciones del servicio armado. Estas pueden resumirse entre dos nociones que engloban en lo general a los individuos facultados para el manejo de las armas: ejército y milicia. La distinción clave estriba en la periodicidad y duración de los servicios que prestaban los integrantes de uno y otro grupo. 14 Estas unidades eran consideradas un ejército de reserva y muy rara vez fueron movilizadas, salvo casos concretos de ataques exteriores, o con ocasión 12 Santiago Gerardo Suárez, Marina, milicias y ejército en la colonia (Caracas, Venezuela: Imprenta de la Caja del trabajo Penitenciario, 1971), 71. 13 Christon Archer, El Ejército en el México Borbónico, México, 1760- 1810 (México, Fondo de Cultura Económica, 1983), 17. 14 Archivo Municipal de Saltillo (AMS), Presidencia Municipal (PM), c 61/1, e 66, 2 ff. © 2023 Global Journals Volume XXIII Issue VI Version I 35 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2023 D People with Afro-Descendants in the Militias of the Northeast of New Spain. Century XVIII
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