Global Journal of Human Social Science, E: Economics, Volume 22 Issue 1

las cosas que nos rodean, “conformar nuestro mundo” participando en él “siendo-así”; y con cada cosa o evento de la vida por el “valor-de-ser-así” ... para llegar allí, en un encuentro con “el otro”- “lo otro”, con todo lo que “es-así”. Y con la capacidad personal de amarlo simplemente por “ser-así”. Todo eso, sin embargo, hay que examinarlo y explicarlo gradualmente. La presencia del metabolismo social es nuestra realidad en el tiempo: es conciencia y es acción: su “praxis” es la misma verdad de lo que cada persona en su vida llama “mi mundo” (“mi circunstancia”, diría Ortega y Gasset), unida con todo lo que lo conforma: vida, seres queridos, intimidad, lo que hago, las cosas con las que hago algo, mis espacios, etc. Ante ese fenómeno –la entraña humana del “metabolismo social”– que es fábrica de la cultura y motor de la historia, la pregunta más cercana, y su correspondiente respuesta, quizá la más urgente, es “¿qué debo hacer con él?”, porque nuestra condición humana es esencialmente moral: si podemos preguntarnos yentender algo del “sentido” del mundo, algo de la esencia de las cosas, es para actuar con todasellas en consecuencia con lo que ellas son. ¿No es la pregunta anterior el origen mismo de la ciencia? Las cosas que van conformando nuestro mundo están interiorizadas, primeramente, en nuestra mente, en la mente de todo actor social y en la memoria colectiva: poseemos los símbolos de cada una. Son nuestras porque en el símbolo nos han revelado algo de su esencia. El símbolo es el vehículo de nuestra comunicación con el mundo entero: personas o elementos naturales. Así el símbolo revela toda cosa: amable (o contraria), buena y útil (o mala y disfuncional) ante nuestra razón. ¿Cómo emerge el símbolo en el encuentro-intercambio de energías (humana y no- humana)en la vida de cada persona? Dejando a un lado, por ahora, los pasos de la psique y de la lingüísticapara la formación de los conceptos, enfrentemos el encuentro decisivo del símbolo (es decir, de las cosas “entendidas”), interiorizadas en el sujeto social, esencialmente poseedoras de las energíasque operan el metabolismo social. ¿Cómo llegar a detectarlas y saber algo de sus estructuras? Si todas las cosas son alguna forma de “ser-así” material o proyectan ellas su íntima naturaleza en una imagen que es también una forma de “ser-así” material, ¿cómo llegamos a conocer más íntimamente lo que causan esas formas de “ser-así” en la materia? Nos referimos a su espacio, su tiempo, su valor, su calidad (el bien) de “ser-así”, cosas todas que no son percibidas como materia, sino como cualidades de ella. Sabemos que será una respuesta difícil, porque esas notas o rasgos interiores de todas las cosas del mundo, están en su constitución material, pero no son E’-materia sujeta a leyes físicas en todos sus aspectos; por ejemplo: la calidad del “tiempo” o duración de un objeto, o su “calidad” y valor, no vienen dadas por su medida o color. Expresando la inquietud con otras palabras, ¿cómo llegamos a conocer lo más íntimo de las cosas si no lo percibimos sensorialmente? (Stein, 2002: 137-160). La respuesta hay que buscarla en el terreno de la experiencia fenomenológica; en el terreno de la empatía del ser humano, el ser social, con su comprensión del mundo que las personas vamos conformando al coexistir con él e irlo comprendiendo. Tal es el análisis fenomenológico. En esencia y sencillez, dicho análisis consiste en respetar el encuentro con lo demás, lo que rodea a los seres humanos, dejando hablar libremente, profundamente a cada persona o cosa: todo, cuando lo oímos –u observamos íntimamente con atención– tiene un mensaje de su interior para nuestra mente. En este punto es donde cobra importancia capital el metabolismo social. La razón de ello es clara. Para llegar al origen del símbolo –para que exista el vehículo de comunicación del ser humano con “su mundo”– tenemos que poseer algún elemento capaz de “apropiar” interiormentelo que nos rodea: todo. Así nos vamos sosteniendo en la verdad que encontramos en las cosas que conocemos; porque entendiéndolas llegan a ser algo interior a nosotros y de alguna manera comprobamos que son así. Puedo equivocarme, sí. Pero, por lo común y en la vida de todo ser humano, hay maneras de comprobarlo. De otro modo no podríamos cambiar las cosas a mejores circunstancias o formas de vivir. Nos sostenemos en el reconocimiento de un dato interior al yo personal y ese reconocimiento sólo puede confirmarlo la comprensión del metabolismo social. Porsu parte, los cambios reales y el mejoramiento (o desviación) de condiciones de vida son verdades palmarias: muchas veces son realidades en nuestra historia, prueba de ello es que algo de la esencia del mundo lo conocemos bastante por sus símbolos y nuestro análisis... confirmado por los cambios que han ocurrido en la realidad. Esto es, lo revelado por la experiencia fenomenológica, parece trascender la materia, llega a los rasgos íntimos que definen la constitución misma del “ser-así” de las cosas, más allá de lo objetivamente comprobable. Pero, ¿de qué modo lo captamos en lo sensible de cada hora? a) Conocimiento radical: lo metafísico y sus “pre- condiciones” La percepción humana de los seres, aisladamente, es sólo una visión instantánea de su existir. Su realidad como “ser-en-proceso”, su devenir, a su vez, fluye con nuestra experiencia de existir también, de “durar” junto a otros. Y como toda experiencia en el tiempo puede modificar la visión primigenia de lo que “es” (realidad), para luego, modificarlo, perfeccionando o deformando su concepto, por lo experimentado o percibido. Sin embargo, a través del tiempo de los © 2022 Global Journals Volume XXII Issue I Version I 5 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2022 E Las Dimensiones Ocultas Del Metabolismo Social: Ensayo Fenomenológico Sobre el Ser y Su Relación Con la Energía

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