Global Journal of Human Social Science, E: Economics, Volume 22 Issue 1

plaga mayor) y negando la vida a miles de especies cada año, o pudriendo los suelos con procesos de extracción de minerales que envenenan los suelos. Todo ello no es sólo pervertir la ciencia íntimamente, es crimen y genocidio. No se necesita saber leyes ni jurisprudencia: dañar seriamente la vida del prójimo es crimen, punto. Y la ideología neo-liberal contemporánea lo sostiene. Esto es aberrante. Se dijo que el metabolismo social es “el concepto –y el proceso– por el cual se describe y cuantifica los flujos de materia y energía que se intercambian entre conglomerados sociales particulares y concretos y el medio natural –ecosistemas, paisajes, etc.–” (González de Molina y V.M. Toledo 2012: 62). Recordamos la definición para guardar y aludir a sus notas principales. Primero, su realidad trascendental como idea. Segundo, su doble calidad vivencial como el proceso de actividad humana, ya sea inconsciente o reflexiva, que tiene consecuencias reales sobre los ecosistemas; y también como un acontecimiento cósmico, independiente, en buena parte, de la voluntad humana. Tercero, su manifestación profunda como bien o utilidad –o sus contrarios. Cuarta, la respuesta (activa o negligente) del humano –de las comunidades humanas– ante las patentes manifestaciones de cambio en muchos ecosistemas planetarios y frente a las ideologías que sostienen la actividad económica de las sociedades en el Planeta. Lo más importante en este último apartado es insistir en la consecuencia del análisis anterior, trascendental para las ciencias sociales y la praxis política de toda comunidad en el mundo: obrar de acuerdo con la inercia y la lógica del metabolismo social. Es decir, obrar siemprebajo el juicio recto, dada la incertidumbre e irreversibilidad en torno al impacto de las consecuencias de nuestra acción sobre la naturaleza – precautionary principle – (Common & Stagl 2007: 379- 386); algo que se perfila como una de las más valiosas aportaciones de la economía ecológica. Es preciso, para nuestra existencia, muy urgente para nuestra supervivencia , 4 4 * La Fábula de Higinio: Un semi-dios, “Cuidado”, hizo un ser con barro y le pidió a Júpiter que soplara su espíritu en él. Era un ser extraordinario Saturno: Gaia (Madre Tierra) y Jùpiter disputaron su pertenencia. Cronos (Saturno) hizo de árbitro para nombrarlo y decidió que Júpiter recibiría su espíritu cuando muriera; y la Tierra su cuerpo, (venía del barro). Pero mientras viviera quedaría bajo la responsabilidad de Cuidado. Y le llamó Hombre: Tierra Fértil (Boff, o.c., 44). Saturno (Cronos) aunque menos poderoso que Júpiter es mitológicamente anterior a él: es el arquetipo del gobernante sabio, que busca la felicidad de la especie humana, en el mito de la edad de oro, la eterna primavera, del paraíso perdido. Junto a él, la persona humana que cura, (sorge, al.) concilia lo terreno con lo espiritual y ve por el bienestar de toda la creación. el proceder ante nuestros eco-sistemas de manera realmente humana: saber y vivir –convivir– en “nuestro mundo”: proceder dignamente y gestionar siempre nuestra convivencia de manera responsable. No basta decir, “usar racionalmente” los elementos de la naturaleza, porque en ese vocablo se esconde a menudo la perversidad de la mera “razón utilitaria”. A cabalidad, el metabolismo social. conlleva un reclamo moral: el juicio que define las consecuencias en todo cambio de las estructuras de la energía del Cosmos. Debemos obrar siempre según la bondad del ser. B ibliografía C onsultada 1. 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Georgescu-Roegen, Nicholas, “The Institutional Aspects of Peasant Communities: An Anlytical View” © 2022 Global Journals Volume XXII Issue I Version I 9 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2022 E Las Dimensiones Ocultas Del Metabolismo Social: Ensayo Fenomenológico Sobre el Ser y Su Relación Con la Energía

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