Global Journal of Human Social Science, G: Linguistics and Education, Volume 22 Issue 9

Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar 10 y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán. Pero aquellas cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día… 15 ésas…¡no volverán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar, tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará. 20 Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido…desengáñate, así…¡no te querrán ! 4 El ritmo casi hipnotizador del poema crea una impresión fantasmal en esa figura del amante que murmura al oído de una antigua amada tan dolorida queja sobre el desleal amor humano. Notemos que la primera estrofa traza un despertar al amanecer de tiempos pasados. Las golondrinas son oscuras y crean un cierto presagio de luto. Hacia el final de la estrofa las avecillas quedan convertidas en una personificación que atestigua el amor de antaño, ya que aquellas mismas golondrinas no volverán a presenciar lo mismo. La experiencia no se repetirá en forma idéntica. Continúa el poeta guiando el sentimiento del lector al repetir el ciclo de volverán después de calificarlas con el demostrativo y la negación, “ ésas no volverán.” La negación absoluta al fin de la primera estrofa y la afirmación al comienzo de la segunda destacan un contraste entre el tiempo histórico en general y el individual, el tiempo personal perdido. La tercera estrofa detalla la naturaleza visualizándola. La estructura paralela consiste en: Volverán – (en general) – otra vez – pero – ésas – (en particular) – no . La repetición convierte a las golondrinas en un símbolo propicio para expresar el deseo de conservar recuerdo del momento perdido. Este adquiere así el carácter de lo sobrenatural y misterioso. Benítez menciona que el tono de canción popular combinado a la poesía culta hechiza hasta tal punto que “la anécdota personal debe ser aceptada por los demás como experiencia colectiva.” 5 4 Toda cita a las Rimas de Bécquer proviene de esta edición. Benítez 105-106. 5 Benítez 24. En la Rima LIII las golondrinas proveen al amor un marco de fondo repentino y fugaz. Al enfocar nuestra atención en el rocío ante la metáfora lágrimas del día no sabemos si la eterna regeneración de la naturaleza se personifica o si la percepción de una inherente nostalgia humana se amplia. Es evidente en todo caso que el poeta crea dos ilusiones mediante el uso de esta metáfora: a) en sus rasgos humanos y personales la naturaleza muestra ampliar la importancia de lo común, ya que el pasar del tiempo no produce rocío sino lágrimas; b) al solemnizar el contraste entre la emoción y la naturaleza se extiende lo humano, el llanto. Combinadas, ambas sensaciones sugieren al lector que la memoria puede vencer el tiempo; lo particular se une así a lo universal. En la estrofa final la tenacidad del amor es sometida al perecer del tiempo. El “yo” poético rescata su intromisión de ser incorpóreo en el nuevo amor de la antigua amada mediante su impertinente queja. Al querer reemplazar a las golondrinas que antes despertaban a ambos amantes, los recuerdos del hombre que anhela soñando se desvanecen como si fueran las mismas golondrinas que se esparcen en vuelo por los cielos. Además, en contexto, el grito del ser incorpóreo es una queja desesperada que forma parte de su esencia. En esta última estrofa Bécquer trata de cerrar la correlación iniciada al principio entre la vista y el oído, contemplar y aprender. El verbo “aprender” aplicado a las golondrinas causa asombro al comienzo; este aprendieron nuestros nombres pudiera referirse al percibir cuchicheo de nombres usados entre amantes para expresar cariño. Presenciamos entonces que, a lo último, se mencionan los oídos, receptores del otro ser. La sugerencia forjada sería en paráfrasis algo así: “Volverán a tus oídos palabras de amor, pero un mudo ‘yo’ adorador no volverá.” El asombro inicial que encauza connotaciones de nostalgia romántica en torno al pretérito del verbo “aprender” desaparece. Es como si el poeta, al querer convencer a la amada ausente de su desengaño al no poder nunca volver a encontrar el amor que él le brindó, expresado con igual cariño, se desengaña él mismo de que actual recuerdo del momento específico es prácticamente inútil para ambos: a) para ella porque tiene otros amantes, b) para él porque la soledad le agobia; en ambas perspectivas del presente predomina lo pasado. El poema no es un reproche a la amada, sino un contraste entre la fragilidad del efímero amor pasado sometido al continuo perecer del tiempo. Por consiguiente el fracaso que sentimos al final del poema es un fracaso moral, psicológico y físico. El individuo rabia de impotencia porque la ilusión se le escapa al despertar de su ensueño. Estos últimos versos resultan ser también un fracaso rítmico, pues extrañamos el estribillo. Lo más real de esta rima es ese sentimiento de extremada nostalgia. El poema atina a producir una fuerte impresión ya que la propuesta de la meditación condensada en el estribillo queda demostrada; es decir, no serán aquellas mismas golondrinas las que presenciarían nuestro amor , serían otras; el amor tampoco será el mismo, será otro. Habrá otros amantes representando otro amor ante otras golondrinas. El amor adquiere en este primitivo proceso © 2022 Global Journals Volume XXII Issue IX Version I 42 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2022 G Cinco Rimas fantasmales de Gustavo Adolfo Bécquer

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