Global Journal of Human Social Science, H: Interdisciplinary, Volume 22 Issue 7
horas que pasaban despiertos al día, con un crecimiento del 30 % respecto al año anterior. Así lo certificó un informe del Estado Móvil 2022 que publicó la compañía de análisis App Annie (Data, 2022). Se denomina nomofobia al miedo irracional a permanecer sin el teléfono móvil. Por poco que sea. Los síntomas son propios de los que siempre hemos escuchados vinculados a la drogodependencia. Ansiedad, cefaleas, obsesión, irritabilidad, nerviosismo, taquicardias, dolores de estómago e incluso ataques de pánico. La dependencia es propia de la adicción. El Instituto Nacional de Estadística (INE) expuso en 2018 que el 58% de los hombres y el 48% de las mujeres podrían padecer dicha nomofobia al temer quedarse sin su teléfono y todo lo que ello suponía. Un 9% mostraban estrés con sólo pensar en apagarlo. Más de la mitad justificaron sus sentimientos ante el aislamiento social y un 10% achacaron su adicción a necesidades laborales ( El Mundo , 2018). El INE reveló en 2020 que el 96% de las familias cuentan con al menos un teléfono móvil y que el 77% de las personas que acceden a internet lo hacen a través de él. De media, se consulta 34 veces al día. Los psicólogos afirman que esta adicción al teléfono móvil está aumentando rápidamente y que los adictos son cada vez más jóvenes, personas que no cuentan con capacidad intelectual y madurez suficiente como para entender la problemática. Los datos extraídos del Informe Ditrendia: Mobile en España y en Mundo 2020 volvieron a ratificar la tendencia al alza en el uso de dispositivos móviles y redes sociales. Las encuestas realizadas en todo el mundo, por lo que hacía a España, desvelaban que 7,6 millones se entendían a sí mismos como adictos a sus teléfonos móviles. El 61 % de los preguntados respondió que su dispositivo era lo primero y último que miraba cada día, mientras que 3,7 millones no podía pasar más de una hora sin consultarlo. Eso provoca (tanto en España como en el resto del mundo) que los usuarios de Internet dedicasen en 2019 casi 48 días completos a mirar su Smartphone, con una media de 3 horas y 22 minutos al día. La media española era ligeramente inferior pero entre los jóvenes entre dieciocho y veinticuatro años se iba hasta más de 6 horas al día, con un 70 % de dicho tiempo en aplicaciones de mensajería como WhatsApp (41 %) o redes sociales como Facebook (25 %). Casi 29 millones de españoles tienen redes sociales y cada uno tiene una media de 8,4 cuentas (Ditrendia, 2020). La ciberadicción se convierte en un patrón conductual sin control que puede incluso descuidar las relaciones sociales analógicas, las responsabilidades profesionales y la salud y la higiene corporal. El 67,4 % de los deportistas analizados en la presente investigación expresaron que les cuesta permanecer sin Internet varios días seguidos. Vinculado más específicamente a los efectos sobre la salud mental, el 21,5 % de los deportistas preguntados en el presente estudio aceptaron que experimentan la sensación de que están perdiendo o desaprovechando su tiempo cuando navegan por Strava y observan los entrenamientos de los integrantes de su comunidad digital. Esta es una tendencia que se ha generalizado con el consumo de las redes sociales más populares. Como explica Alberto Knapp Bjerén, dicho sentimiento incluso se ha conceptualizado: “Cada vez son más las personas que sienten que su vida es mucho menos interesante que la de sus conocidos y que tienen siempre la sensación de estar perdiéndose algo. Cualquier buen momento se rompe al descubrir que alguno de tus colegas está pasándoselo fenomenal en algo que tu desconocías. Las redes sociales, en las que solo se cuenta lo bueno, se están convirtiendo en un nuevo elemento de agobio que ya tiene nombre: FOMO, Fear of Missing Out. FOMO es un miedo social que siempre ha existido: la exclusión, el saber que tus colegas van a algo o tienen algo mejor que tú. Pero gracias a los smartphones y a la ubicuidad e instantaneidad de las redes sociales, ese miedo se ha convertido en un acompañante habitual. Al consumo clásico aspiracional, querer siempre algo que no tenemos y que creemos es imprescindible para nuestra felicidad, se une ahora la angustia de saber constantemente que nos estamos perdiendo algo, de Strava, the Aspirational Sport and its Impact on Mental Health Volume XXII Issue VII Version I 26 ( ) Global Journal of Human Social Science - Year 2022 © 2022 Global Journals H
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